Capítulo final.

Yo amé, amé mucho. (Qué desagradable hablar en pasado). Y por primera vez realmente fui amado. Y por primera vez la poesía invadió mi amor y fue su guía. Y agrandó sus placeres. El amor se acabó, murió desconsolado como se seca una flor encerrada en un arbusto; pero la poesía siguió latente y me acompañó por todos los capítulos que siguieron. Y gracias a ella volví a caminar después de caer tras tan violento golpe contra una fría, lisa, inabarcable, altísima pared. La poesía me dio fuerzas para continuar, me ayudó a pasar la tristeza de aquellos días. A veces miraba por la ventana y veía el aleteo de las verdes hojas recién nacidas e iluminadas por el sol; y, por un momento, olvidaba todas mis cuitas sin sentido (pues sabía que no tenía sentido sufrir, pero no sufría con la razón, sino con el corazón, que no atiende a razones). Y abría la ventana y sentía el calor de los rayos solares y la brisa de la Primavera. Y cerraba los ojos, respiraba hondo y entonces la sentía: sí, había esperanza. Y ahora veo que quedó algo muy bello de esos días, y no sólo el recuerdo. Quedaron mis palabras regadas con lágrimas. Mis días de inspiración se acabaron tras una conversación con ella. Dijo que sólo sufrió en el momento, y mientras yo seguía torturándome a mí mismo. Tras aquello, la indiferencia que antes era con el mundo y cuanto me rodeaba empezó a convertirse en indiferencia y tibieza con ella o con su imagen. Y la poesía siguió fluyendo por otros cursos, tras secarse por completo esa fuente de inspiración. Porque un poeta puede permitirse estar sin amor; pero jamás, jamás sin poesía.

Capítulo 4. Rabia

Quienes más hacen sufrir son los que menos parecen hacerlo. Y es que son golpes como éstos los que hacen ver lo injusto de este mundo. Quiero gritar y no me sale. Quiero llorar,  y cuando parece que agoté todas mis lágrimas brotan otras más cálidas que corren veloces por mis mejillas. Me siento vacío como un abismo inmenso, sin calor, sin valor. Sin sonrisa. Miro sin ver esa foto, busco algo a lo que aferrarme, algo que pueda decir que es mío. Mas nada encuentro. Solo, solo y cansado. A veces busco razones, pero a veces es mejor no razonar. A veces no se puede razonar. Pero ¿qué ha ocurrido? Por más que me lo pregunto, no hallo respuesta. Ni siquiera sé si una respuesta serviría de algo, pues lo que ha ocurrido ya no se puede arreglar. Debo aceptar las cosas como son, pero eso implica dejar de soñar. Me niego a dejar de soñar. Mis ilusiones han sido tiradas, aplastadas, rotas; y yo estoy solo, solo y cansado. Con un escalofrío miro en mi interior y se me encoje el estómago. No tengo fuerzas, o eso creo. Seguiré buscando algo incierto, difuso. No quiero, no quiero volver a empezar otra vez; no tengo fuerzas...Y pensar que he tenido ese algo tan cerca... Pero se ha ido, se ha escapado de mis brazos; y yo estoy solo, solo y cansado. Tú derribaste mis murallas, fuiste tú quien me desarmó, quien me dio fuerzas e ilusiones; y ahora, nada; y de nuevo estoy solo, solo y cansado.

Capítulo 3. Despedida. Lo que pudo ser y no fue

Hace dos días que hablaba de nuestro amor y ya escribo una despedida. Y escribo una despedida y no quiero despedirme. No acababa de creer que estuviéramos juntos cuando nos separamos. No he llegado a rozar tu piel y ya no tengo esperanzas de hacerlo. Quiero nombrarte y me sale amor. Parece que no te conocía tan bien como creía. Sólo sé decir que me has hecho muy feliz como nunca antes lo habían hecho. 5 de febrero: lo que pudo ser y no fue. 1 de abril: se cierra una de las más felices etapas de mi vida.

Capítulo 5. Algo

La indiferencia se apodera de mí, matando todo sentimiento. La apatía vence a la emoción, el ánimo al desánimo, la vitalidad al cansancio. Sí, eso es, cansancio. Estoy muy cansado. De nuevo empieza la busca de algo incierto, desconocido; pero no tengo fuerzas. La vida sigue su curso, mas parece que me he convertido en mero espectador.

Me siento como en una ciudad desconocida, como en una casa que no es mía. Me choco siempre con los mismos muebles, aunque intente cambiarlos de sitio. Todo sigue igual, pero Todo ha cambiado tanto... Sólo encuentro desahogo en estas líneas. Las mismas que no me dejan dormir tranquilo, pues no están acabadas. Nunca están acabadas. Queda mucho ahogo por desahogar. Lo peor de todo es que te escribo más de lo que te hablo. Tal vez por hablarnos tanto antes te escribo tanto ahora que quedé solo. Algo de mi corazón se fue contigo, y sólo una parte de ese algo quedó en mi cabeza como recuerdo. Una inmensidad azul me rodea, me aturde, me pierde. Me dejo llevar por la corriente como una hoja recién caída; o, mejor, como un árbol recién talado.

Lo sé, debo contenerme. Debo mantener la calma. Debo controlarme en público. El primer día no estaba para nadie y se notó. Ahora parece que lo llevo mejor; y digo parece porque siempre hay momentos vacíos, huecos como éste en que de sólo pensarte se me encoge el pecho y se me hace difícil respirar. Pero debo contenerme. Tengo mucho que hacer y tan pocos ánimos... Muchas veces intento concentrarme y ni puedo. Necesito, debo, me exijo concentrarme y no puedo. 
Me rehuye hasta mi sombra. 

Conforme pasan los días, el recuerdo de aquello que perdí se difumina. Pasa inexorablemente el tiempo, y el recuerdo de aquellos días y aquella dicha se vuelve más vano. Ya no hay dolor, sólo una sensación extraña, de vacío. Me quedo pensando en que me falta algo para acabar este día y no consigo averiguar qué. Algo me falta. Puede que me falte sonreír. Además, algo espero; espero algo que nunca llega. Tal vez tus buenas noches antes de acostarme. Tal vez por eso me cuesta dormir tanto, por eso que nunca llega. Así, reflexionando, llega un momento en que, cansado, cierro los ojos. Ya no me acuesto con tanta alegría como hace tan sólo unos días. Se me han escapado los ánimos. ¿Qué me falta? ¿Tal vez soñar? ¿Creer fuertemente en algo? ¿Poder hablar con alguien que me entienda? ¿Acaso fue cierto todo aquello que de vez en cuando asalta mi cabeza y me aturde? ¿Toda esa dicha? Todo me hace pensar que fue un sueño. Fue tan bonito, fui tan feliz con tan poco... Abro los ojos como queriendo buscar algo, pero la luz está apagada y no encuentro nada... Tal vez sólo espero a que vuelva a mandar la razón sobre mi corazón, volver a la normalidad, a la cordura, a la rutina, a la maldita rutina; hasta la próxima. Así, día tras día; noche tras noche. Algo...algo me falta. Ese algo me inquieta, ese algo me incomoda. Me quita el sueño. Me trastorna. La misma idea me vuelve una y otra vez, y no consigo calmarme. Para cuando creo saber qué es, cansado, como todos los días cansado, me duermo.

Capítulo 2. La pérdida. Solo

De nuevo me encuentro solo;
Y aunque la música sigue sonando no la escucho.
El disco da vueltas sin parar,
Pero hace tiempo que no oigo nada.
El sol me da de frente,
Pero hace tiempo que no siento su calor.
Los árboles están en flor,
Pero hace tiempo que para mí es invierno.
Ya amanece,
Pero hace tiempo que no veo más que tinieblas.
Ya levan anclas,
Pero hace tiempo que mi barco se hundió.
Ya empieza el ascenso,
Pero hace tiempo que caí en picado.
Ya caen las murallas,
Pero hace tiempo que estoy encerrado.
Ya el agua brota,
Pero hace tiempo que morí de sed.
Ya me dan la mano,
Pero fría como el mármol la sentí.
Ya me consigo dormir,
Pero una jarra de agua fría me despertó.
Ya abren las puertas,
Pero ante mí se cerraron.
Ya a las rosas me acerco,
Pero sus espinas me clavaron.
Ya toco superficie lisa
Que rugosa me sembló.
Ya llega la primavera,
Pero la pena me hundió.
Ya lo que semejaba agua,
Como alcohol en mis heridas cayó.
Ya cojo un palo,
Pero en espada que me hiere se convirtió.
Ya el cordero
En lobo violento se tornó.
Ya la sonrisa
En llanto se convirtió.
Ya la carcajada
A grito pasó.
Ya el beso
Mordisco salió.
La caricia
Puñetazo.
El abrazo
Patada.
Ya el amor
En palabras se quedó.
Ya la esperanza voló.
Ya el reloj se paró, el timbre no suena, todo cambió.
Un pensamiento, un escalofrío.
Nada...
El disco quedó a medias,
La almohada mojada.
El poema quedó incompleto;
No tiene sentido seguir.
Hace tiempo que no tiene sentido.

Capítulo 1. El amor. Dame la mano

Dame la mano; ha llegado la hora de internarnos en la niebla; ha llegado la hora de cumplir nuestros sueños. Juntos lo podemos todo, nada ni nadie podrá pararnos. Dame la mano; ¿quieres conquistar las nubes o atrapar estrellas? ¿Quieres robar rosas o luz al sol? ¿Quieres guardar nuestro secreto? ¿Quieres que nos perdamos en el bosque o en la ciudad? ¿O entre las sábanas? Yo me pierdo en tu mirada, tú me pierdes con tu sonrisa. Dame la mano; vamos a correr bajo la lluvia, vamos a recorrer los caminos, vamos a disfrutar nuestra locura. Dame la mano; vamos a volar muy alto, por encima de tejados, ríos, montañas, la realidad... Dame la mano; juntos partiremos por aguas cristalinas en busca de nuevas playas. Dame la mano, vamos a escaparnos juntos, vamos a vivir lo que siempre hemos soñado. Pon los pies en la tierra: estés donde estés, estaremos juntos. Yo también te quiero, artista mía.

Artista mía, tú que alegras mis días,
tú que me enloqueces, tú que me inspiras.
Tu amor me tiene embriagado.
Tú me nublas la vista,
tú me entorpeces,
tú me calientas,
tú me gustas...

Tú que me alumbras las noches
Y me tapas del sol.
Tú que me cubres de la lluvia y el viento,
Tú has cuidado de mi amor con amor
Desde que semejaba una pequeña planta
Hasta que en un gran árbol se convirtió.
Ya nadie podrá talarlo
Ya contigo mi amor enraizó.

Este amor nuestro que es tan grande que traspasa fronteras, ríos, montañas; y se mantiene firme contra viento y marea, y crece día a día con cada latido de nuestros corazones, que buscan a cada momento latir a la par para unirse en mágico vínculo; vínculo por algunos llamado amor.

Un amor tan grande que
Dos corazones alejados pero palpitando a la par
No pueden estar separados mucho tiempo;
Al final nuestros corazones se vuelven imanes sin norte
Y acaban juntándose.

Lo que me quitas de razón
Me lo llenas de amor.
Y ahora no hay más razón en mi corazón
Que el calor de ese amor.

Ese corazón que a veces se fatiga de latir pues está ocupado en amarte.
A mí me duele el alma y sólo tu compañía puede curarla.

Cupido es ciego, porque el amor es ciego y cega la vista.
Pero a veces acierta.

Ahora que no nos oye nadie,
Quiero confesarte:
Te amo, vida mía.
Yo te confío mi felicidad,
Te confío mi alma para hacerte
Feliz a ti también,
En mi pecho,
Entre mis brazos,
Con el calor de mi amor
Y el compás de mi corazón.

Tú eres quien mejor me exprime
Como a una fruta prohibida
Y el jugo de este poeta
En poesía consiste.

Tú has prendido la mecha a mi corazón
Y ahora, igual que el sol,
Quiere darte su luz y su calor.

Tú que penabas por ahí
En mi vida te colaste.
Yo tu tristeza di al traste
Pues ya no te dejaré salir.

Tú eres el sol que alumbra mis días
Haga frío o calor, niebla o nieve, lluvia o sol, me calientas con tu amor.

Tú eres quien tapa mis goteras,
Quien llena mis vacíos.
Quien alumbra mis días
Quien me da nuevos bríos.

La esencia de mi amor
Nace en tu sonrisa.

Alegría la que mana de nuestros corazones.
Carrillo, los que marca tu sonrisa.
Victoria... Victoria la que alcanzará nuestro amor cuando estemos juntos y al fin seamos uno.

Eres delicada como una flor
rodeada de bestias.
Déjame ser el mísero insecto que se
Pose en tu cáliz para libar tu dulzor.

La más bella flor jamás vista
en los jardines de mi corazón.
(Alcaparra, buganvilla, crisantemo).

Amor, hermosa flor, eres preciosa. Nada en este mundo es equiparable a tu belleza, ni en el cielo ni en la tierra, ni en otoño ni en primavera, ni en el bosque ni en el mar. Tu belleza sólo es comparable a la de Afrodita, al dulce y atrayente canto de las sirenas, a la noble música de Apolo.

Quiero apretarte muy fuerte
Y acariciarte muy suave.
Quiero que me quites el frío y la respiración.
Las preocupaciones y... la ropa.
Límpiame de preocupaciones y problemas
Con tus manos y tu lengua.
Quiero perderme entre tus curvas,
Quiero recorrer el camino inexplorado de tus lunares.
Quiero olvidarme de todo entre tus brazos.
Y tirar por la ventana el calendario y el reloj;
entonces el tiempo será nuestro.
Entonces habremos ganado.

Ya he venido, ya estoy aquí, junto a ti. ¿Me das la mano?

Capítulo 1. El amor. Victoria...

En medio del desierto nació la rosa. En el pueblo de maloliente nombre nació la chica de nombre triunfal y apellido alegre. Ésa cuya sonrisa me eleva al cielo. Ésa cuyos ojos azules como el hielo me congelaron el corazón, y ahora sólo por ella late. Esos ojos azules como el mar en los que hundirme y ahogar mis males para que tus labios me rescaten. Ésa que me hace sonreír como nadie. Ésa de nariz fina, labios carnosos, piel blanquecina, muslos sabrosos... Ésa que ocupa mi mente y mi imaginación, ésa a la que deseo con fervor. Ésa que es buena, rozando la perfección. A ti te escribo, vida mía; en ti pienso a todas horas; por ti mis días son mejores y mi felicidad es mayor. En ti pienso cuando sale y cuando se pone el sol. Luz del alma mía, tú alejas la monotonía de mis días y traes la Alegría. Tú haces que tenga una sensación de vacío en el estómago, como si se saliera de su sitio, como si me cayese desde el abismo. Tú haces que se me encoja el corazón de sólo pensarte. Tú haces que un escalofrío recorra mi espalda. Tú haces que sienta una presión en el pecho, como si me faltara el aire que sólo tú puedes insuflarme... Puede sonar exagerado, grandilocuente; no lo sé, es lo que siento. Todos hemos estado enamorados, ¿verdad? Son muchas las cosas que olvido o que no alcanzo a expresar en este escrito. Siento que mis palabras no reflejen todo lo que siento. Cada día me siento más incapaz de expresarte lo que siento con palabras. Sé que sabrás perdonarme. El poeta siempre busca la perfección (que eres tú, te encontré). Larga distancia nos separa, la misma que nuestro amor elude. Tú has conseguido día a día romper las murallas de mi corazón, asaltar mi gélida fortaleza y llenarla de calor. Por eso te doy las gracias. Gracias por ser mi lucero entre las sombras. Por eso digo: Victoria...

Capítulo 0. Poema de un amor incompleto (no tiene sentido acabar)

Ya partió mi tren

Ya un asiento vacío se fue

Una esperanza.


Ya se borró una ilusión

Ya la orquesta calló

Y la inseguridad se apoderó de nuestros corazones semejante

A una jarra de agua fría en la cabeza.


Con qué rapidez

Con qué facilidad

Cambian las cosas

La rueda puede girar.


¿Sabes? Miro a la luna y pienso en ti.
La veo solitaria sin mí,
la veo vacía,
la veo hermosa
Blanca, pura